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dijous, 29 de setembre del 2011

Ser padres y el sufrimiento

El otro día, seguramente con toda la buena fe del mundo, alguien me comentó: que bueno, ya se sabe, ser padre o madre es sufrir y es lo que os está pasando y que todos los padres sufrimos y tal. Me pillé un buen rebote interno, porque sí, ser padres es sufrir, de eso no hay duda y en eso estamos de acuerdo todos, pero lo nuestro no ha sido eso. 
Una cosa es pasarlo mal por tener que vacunar a tu nene o porque tenga cólicos y otra bien distinta es rezar cada día antes de entrar en la uci para que siga vivo, pasar por seis operaciones, verlo llorar de hambre y de dolor... Y eso todos los días, todas las noches, durante cuatro meses. Una guerra de guerrillas donde los enemigos nos atacaban desde todos los frentes, y nosotros eramos un país chiquitito de tres enfrentados contra un enemigo muy poderoso. Ver la vida de tu hijo apagándose como la lucecita de una vela que se consume es muy duro. Eso es una tortura más allá de lo soportable. Y ningún ser humano debería pasar por algo así.
Suerte de esas hadas que hay en neonatos, esas personas que con un poco de magia y mucha ciencia hacen milagros todos los días. El camino ha sido un poco menos difícil gracias a todas ellas. Todavía lloro sin querer de ternura cuando pienso en Anna envolviéndole con mimo el piececito diminuto. Le ponía un poco de papel de plata para que la sangre brotara con más facilidad y pudieran conseguir la que necesitaban en menos tiempo y él sufriera un poquito menos. Ella decía que era "una bota de astronauta" pero para mí era pura magia. Un trocito plateado de amor que hacía que mi pequeño llorara un poquito menos ese día.
A veces me da por pensar en todas las cosas que nos hemos perdido. El tener un nacimiento normal en la que la gente te felicita, te trae bombones y flores, y cogen a tu pequeño en brazos diciendo que se parece a papá o a mamá. El poder coger a tu niño y ponerlo al pecho y darle tu calor. El poder llevarlo a pasear al parque y enseñarlo orgullosa a todos. Y cruzar el umbral de tu puerta, con tu bebé en brazos, dolorida y con puntos pero pletórica y feliz.
Tengo ganas de pasar noches en blanco contigo, de acunarte cada noche, de que pasemos juntos todos los cólicos del mundo... de ser simplemente tu madre las 24 h del día, sin partes, sin médicos, sin sondas... solos tú y yo... y papá.

1 comentari:

  1. Conociendo tu historia como la conozco y el leerla de tu puño y letra me ha emocionado. Os quiero y deseo que todo esto acabe pronto y quede solo en el recuerdo.

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