El
otro día me dijeron que no sabían que mi hijo había estado tan crítico porque
siempre me habían visto bien. Eso intentamos siempre. No dar pena, no hablar
siempre de lo mismo. Ser optimistas. Ver el lado positivo de las cosas. Dar la
vuelta a los diagnósticos. Por eso he intentado siempre trabajar aunque es una
locura cuadrar un horario laboral con su agenda médica. Porque es una forma de
no resignarme, de normalizar mi vida, la suya. Siempre piensas que él va tirar
para adelante y hacer una vida normal. Pero la realidad te engulle y te atrapa y te recuerda todas las dificultades que vas a tener que esquivar una a una cada
día de tu vida. Y eso es muy jodido.
Es por
eso que hace meses que no escribo en el blog, que cada vez me reprima más
a la hora de hablar de Pol. No quiero que la gente se aleje. Porque las personas, muchas veces de manera
inconsciente, tiende a huir de las penas de los demás, de sus angustias, de sus
miedos. Y es más divertido y mejor quedar con gente cuyos hijos no tienen problemas.
Da menos dolores de cabeza. Y la vida es para disfrutarla, no? No para
comerse la olla con problemas que al fin y al cabo no son tuyos. Es más
sencillo quedar con personas cuyas vidas son iguales que las tuyas. Dónde no
existen citas médicas continuas, ni pruebas, ni cdiaps, ni eaps, ni quirófanos.
Donde todo es normal y nada altera el orden de las cosas. Mirar para otro lado.
Y duele pensarlo, mucho. Pero es así. Por
eso existe esa camadería entre padres de hijos como los tuyos. A quienes no hay
que explicarles nada porque todo lo entienden. Te arropan sin preguntas y te
abrazan y te hace sentir menos sola aunque estén a mil quilómetros de distancia
o os separe un océano.
Esto
es una cursa de fondo, me dijeron en la uci. Una montaña rusa donde tendrás
días buenos y días malos pero siempre vas a vivir al límite, para lo bueno y
para lo malo. Lo que no me dijeron es que sería una cursa de fondo de la que
saldríamos tarde y mal. Con un pie vendado y el otro dolorido por el esfuerzo. Que
llegaríamos y avanzaríamos y creeríamos
poder llegar a la meta. Pero no. Algo te coge el pie y te devuelve tozudamente a la
casilla de salida. Una y otra vez. Y mientras ves como todos avanzan, con sus dos pies sanos y
su cuerpo de atleta, tú te quedas atrás, siempre atrás, aunque tu esfuerzo y tu
dedicación estén por encima de tus posibilidades y muchas veces por encima de los que tienen los
pies sanos. Aunque para tí avanzar una casilla signifique poner tu corazón a
mil y los pulmones a punto de estallar. Pero sabes que no te queda otra que
avanzar, y lo haces, aunque sientes que vas a desfallecer porque tu cuerpo está
cansado de tanta carrera. Pero esa es nuestra cursa de fondo. Esa es nuestra vida. Desde
el minuto uno. Y lo será hasta el final del marcador.
Lo malo es que cuando uno lleva un tiempo en la pista cada vez le quedan menos fuerzas, cada vez se acumula más cansancio y cualquier pequeño
paso es un esfuerzo sobrehumano del que cuesta más recuperarse. Y hay días que el aire no te llega a los pulmones, que crees que no podrás aguantar más. Pero por fortuna, el corazón testarudo,
no te deja rendirte y sigue latiendo a pesar de los pesares. Y es que a pesar del
cansancio, la realidad es que sigues avanzado, a veces de pie, otras apenas arrastrándote, pero sigues y sigues y sigues. Y al fin y al cabo eso es lo que importa.
Sois unos campeones y la cursa esta de fondo que dices la vais a ganar,un beso para el mas campeón,Pol.
ResponEliminaUn URRA por ese corazon testarudo!! Muchisimo animo para seguir adelante y no tirar la toalla! Aunque avanceis a marchas forzadas, aunque un dia deis un pasito adelante y por desgracia uno para atras... lo importante es llegar a la meta!! Y llegareis!!!!! Mucho animo familia!! Lo estais haciendo super bien por el pequeño Pol!!
ResponEliminaGracias por los comentarios! No sabéis cuánto ayudan. Un abrazo
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